Hablemos de sentimientos. ¿Por qué no? Lo bueno que tiene hablar de ellos es que tan pronto te puedes encontrar algo bueno, como algo malo. Y no hay que tener miedo de lo malo, pues de toda experiencia se aprende.
Hablemos de lo que siento, o de lo que dejo de sentir, que también es importante. Incluso a veces mucho más que lo primero. Este sentimiento de dependencia me está matando, me come por dentro cada noche de insomnio, y no me suelta. A veces me pregunto si realmente quiero que me suelte, y casi siempre la respuesta es no. Siento que necesito sentirlo, siento que si no lo siento me caeré sin posibilidad de levantarme. ¿Acaso estoy equivocada? ¿Acaso me equivoco al afirmar que si no sintiese esto cada noche estaría perdida, sin posibilidad de reencontrarme? Es complicado cuando corazón y razón no se ponen de acuerdo, y así es realmente difícil despertar del sueño que me tiene secuestrada. ¿Pero acaso no estoy perdida ya? Estoy perdida y quiero encontrarme, y también quiero seguir perdida. Siento tener que decirme a mí misma que esto debe acabar, siento tener que ser yo misma quien me abra los ojos, quien me repita una y otra vez que cuando todo acabe, todo volverá a ir bien. La misma historia cada noche, con el mismo final, con ese principio que yo misma inventé, y que tal vez nunca debí inventar. Pero una vez que cierras los ojos y comienzas a luchar por algo que sabes que en el mundo real jamás lograrás, ya no hay vuelta atrás. Todo es perfecto en ese mundo inventado, todo gira de manera correcta, todo es posible si te lo propones. ¿Cómo voy a querer que este sentimiento me suelte? ¿Cómo voy a pedir a gritos volver al punto de partida si en el mundo que yo he creado todo es como yo quiero que sea? Allí todo se magnifica. Lo que siento y lo que dejo de sentir. Hablemos de lo que dejo de sentir. He dejado de sentir algo real. He sido invadida por un sentimiento irreal que de un momento a otro puede desaparecer y hacerme desaparecer a mí con él, o tirarme por el precipicio sin que nadie se de cuenta de ello. He dejado de sentir que sigo siendo yo, que todo sigue siendo como antes de cerrar los ojos por primera vez. He dejado de sentir la realidad a mi alrededor, ahora ya no estoy rodeada de verdad, me rodea la imaginación, mis propios espejismos, mi propia realidad. He dejado de sentir que quiero regresar... ¿Qué loco querría volver a un mundo en el que esforzarse no vale de nada, en el que todo lo que ronda por tu cabeza no se va a cumplir? He dejado de sentirme a mí misma. Ya no soy yo quien controla mi mente. Y me gusta. Sea lo que sea que siento que me sostiene que me siga sosteniendo durante mucho tiempo más, que no me deje caer, que no me deje sin esa posibilidad de seguir soñando y creyendo que todo puede ser real... Vivo de este sueño inventado, y de obsesiones; y he dejado de sentirme persona, ahora sólo soy un espejismo más de este desierto de sentimientos.
Y a pesar de esta extraña combinación de querer y no querer, creo tener la solución, la persigo, lucho por ella, pero cada noche, justo antes de quedarme dormida sin querer, vuelve a hacerse invisible y se escapa corriendo, muy lejos de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario