1 de julio de 2013

Six.

¿Recuerdas aquella vez que te dije que tú, sin ni siquiera tener conocimiento de ello, lograbas hacerme feliz? ¿Recuerdas aquel día en el que te confesé que tú, sin saberlo, conseguías mejorar mis días, aunque fuera tan sólo un poquito?
Hoy, por suerte y con toda la fuerza necesaria para mirarte a los ojos, por fin puedo volver a decírtelo, pero esta vez pudiendo ver esa sonrisa mientra lo hago. Es increíble el tiempo que ha pasado desde que te dije por primera y única vez aquellas palabras, y es increíble que después de tanto imaginarme este momento, por fin lo estemos viviendo. No es como me lo había imaginado. Es mil veces mejor. Traté de imaginar tu sonrisa, tu olor, tu manera de mover las manos mientras hablas, cómo irías vestido y qué harías nada más verme, y qué haría yo nada más verte a ti. Y no acerté en nada... en absolutamente nada. Y me alegro de ello.
¿Y, sabes? Contigo he podido vivir algo que no sabía que existía. Ni esta amistad, ni el que ha sido nuestro primer abrazo, o nuestra primera foto. Ni siquiera nuestra primera mirada, aunque todas y cada una de estas cosas sean tan importantes. Contigo he aprendido que una persona es capaz de sonreír y llorar de felicidad a la vez; de experimentar tal sensación de alegría que, durante varios minutos, no pueda borrar la sonrisa de su cara.
Y no me mires así; tú ya me ganaste aquel día en el que me dijiste por primera vez 'gracias'. Y también aquél en el que me diste las buenas noches...
Cuando llegue a mi casa me juraré no llorar. Esto no es el final de nada. Tan sólo es el principio de un todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario